Extraños sonidos en el bosque hicieron a un policía adentrarse en lo desconocido.
El maldito frío no me deja pensar claramente, el vaho revela mi respiración entrecortada mientras me interno en el oscuro bosque con linterna en mano. La
Quinta Delegación Policial me ha enviado para comprobar unos sonidos raros que los
pueblerinos locales escuchan noche tras noche.
-No hay nada raro... – Y tras subirme a una colina, observo con mi respiración agitándose lastimeramente, una fogata que resplandece tras los árboles bajo el cielo negro. Unos fantasmagóricos golpes acompasados se oyen provenir del mismo, sonando y llenando el bosque como los latidos de un corazón:
-No hay nada raro... – Y tras subirme a una colina, observo con mi respiración agitándose lastimeramente, una fogata que resplandece tras los árboles bajo el cielo negro. Unos fantasmagóricos golpes acompasados se oyen provenir del mismo, sonando y llenando el bosque como los latidos de un corazón:
¡TUM-TU-TUM! ¡TAM-TAH-TAM! ¡TUM-TU-TUM!
La puta linterna se apaga, el miedo se hace de mí pero algo de allí me llama,
exige mi presencia. Lo mejor es volver al carro para avisar a mi compañero y
desde luego llamar para pedir refuerzos... pero en el momento que había descendido
del coche, sabía que no sería una noche cualquiera. Y los santos bombos siguen
"latiendo" en la oscuridad boscosa.
¡TUM-TU-TUM! ¡TAM-TAH-TAM! ¡TUM-TU-TUM!
Voy, no sé aún cómo ni qué sucede en mí para decidirme a ir allí... pero voy
bajando la colina y acercándome a la fogata, las luces de la misma se agigantan,
atravieso los árboles con mi rostro ya perlado de sudor, mi respiración se vuelve dolorosa y mi corazón quiere salir del tórax para huir. La linterna cae al suelo, ya no la necesito.
Tras un par de minutos estoy desesperantemente cerca de la fogata y,
escondiéndome tras un árbol, observo a unos nativos con el torso al desnudo, así
como las mujeres con el pecho saltando al aire, bailando todos al ritmo de los
tambores que golpea uno de ellos.
Ojos sombríos y centelleando la fogata en cada par, cabellos hirsutos y
la piel morena, facciones rectilíneas y poderosas cuyas sombras se proyectan por
los árboles, reptan por el suelo, danzan y cantan en la noche de cielo negro.
¡TUM-TU-TUM! ¡TAM-TAH-TAM! ¡TUM-TU-TUM!
Un cuerpo en el suelo, pegado a la fogata, yace con mortales heridas
sangrantes, seguramente fruto de alguna pelea con los animales locales. Tiembla,
gime, llora... y los otros danzan.
Yo no soy más yo, mi cuerpo va hacia ellos que, lejos de asustarse de mi
presencia, siguen con sus cánticos y bailes en aquel redondel... nadie me mira excepto una mujer que lentamente se acerca a mí con su
mirada oscura y tenebrosa, con los senos al descubierto y una
sonrisa diabólica surcándole el rostro como sabiendo que yo era una estúpida
presa que cae en su trampa.
Ella toma de mi mano mientras la otra reposa en mi pecho que muere del
éxtasis:
¡TUM-TU-TUM! ¡TAM-TAH-TAM! ¡TUM-TU-TUM!
Veo su dolor, siento el padecimiento de su amigo que yace moribundo, huelo el
bosque veraniego, oigo los ríos centelleantes de la luna nocturna en donde
ellos navegan. Escucho los gritos, veo a su amigo batallando en una mortal lucha contra una
pantera, siento el terror, el miedo, huelo la sangre que bendice el bosque... al
retirar su mano de mi pecho todas las imágenes cesan.
-Carpincheros –susurro al instante. Son quimeras, son un mito...
pero están danzando allí mismo frente a la fogata.
Un hombre entrega a la mujer una pequeña caja de madera añeja. Al tomarla ella, la misma empieza a latir, se remueve sola como teniendo
vida propia. Ella se dirige hacia su amigo herido y reposa la
mencionada caja sobre su pecho.
Es el gualambau de los Carpincheros, la que roba vida. La que
se roba mi vida.
Me siento débil, cansado... liviano. Ya no hay frío, ya no hay vaho. Pongo mi mano en mi pecho y no siento
más nada... ni mi corazón, ni mi respiración. Caigo, levanto mi vista hacia el
herido, se está levantando como si nada le hubiera sucedido...
No sé por qué, pero un dolor crónico me invade: parece que el sufrimiento que producen unas garras de pantera caen en mí, parece que unas llagas nacen en mi espalda... el puto herido está curado como si nada y yo estoy portando sus heridas... portando su muerte.
No sé por qué, pero un dolor crónico me invade: parece que el sufrimiento que producen unas garras de pantera caen en mí, parece que unas llagas nacen en mi espalda... el puto herido está curado como si nada y yo estoy portando sus heridas... portando su muerte.
He caído en la trampa de los Carpincheros, salvaron a los suyos ofreciendo mi muerte... y ellos siguen danzando al ritmo de los
golpes acompasados del tambor. Antes de que todo sea negrura... aún se oye el gualambau golpear el negro bosque como los latidos de un corazón... los latidos de mi
corazón...
¡TUM-TU-TUM! ¡TAM-TAH-TAM! ¡TUM-TU-TUM!
Menudo cabrón que estás hecho.
ResponderEliminarO sea, que montas un blog y no dices ni mu.
Pero avisa, hombre, que luego es peor y parece que lo haces a escondidas.
El relato es curioso. Curioso por lo raro, curioso por lo extraño y curioso por el desenlace. No está nada mal. La verdad es que se agradece leer algo "racional", olvidando todo lo relacionado con TR.
Un saludo y ojalá que sigas con esto.
A ver si encuentro algo de tiempo para leer tus restantes relatos publicados en el blog.
Nooo, no es eso Ginés, estoy tratando de ponerlo a punto y bien chulo. Los relatos los he traído de TR pero aún no les he pasado el corrector de ortografía ni estilo. Me hace ilusión tenerlos aquí, no sea que un día me pase lo que a otros autores de TR.
ResponderEliminarMuy agradecido por tus palabras :D
-.-
ResponderEliminarMe ha gustado mucho lo leído. Por mi parte habría cambiado unos pocos tiempos verbales pero por lo demás es digno de cierto gatete que conocí.
-.-
PD: te sigo vigilando
-.-
Dichosos los ojos, ¡¡¡Caronte!!! Es verdad que quedaría mucho mejor con los verbos en pretérito, se hace más cómodo de leer.
ResponderEliminarEspero que estés bien. Apareces y desapareces como el Levante... jua jua jua. :D